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1 de mayo de 2009

SUEÑOS, ENSUEÑOS Y MEDITACIONES PARA CONMEMORAR EL 1 DE MAYO



Ah, los políticos...! Bien se ganan el pan de cada día y esos pluses que, el de mañana, consolidarán el desclasamiento de los tiralevitas de izquierdas y acrecentarán la fortuna de los buitres de la derecha, tras habernos vendido los primeros y succionado, los otros, hasta el último hematíe. Y Dios, que es del PP -ahora, con la vejez, ha democratizado sus impulsos-, colabora con ellos de buen grado y, por no dejar de embustero al evangelista, suelta a la caballería: pandemias, terremotos, guerras, plagas, hambrunas... Es su oficio. Entre todos, nos joden. Ya lo dije en un poema: no toleran los dioses la felicidad de los hombres. La historia se repite. El apocalipsis, también.
El caso es que hoy, en México, nadie saldrá a las calles para exigir trabajo y justicia. En España, algo menos desdichados, quienes no se escondieron bajo la cama serán empujados hacia las playas, subirá la gasolina y seguirán creyendo que el sistema funciona. Todo va bien, faltara más: lo peor de la crisis ha pasado -pontifican Obama y Zapatero-, pero los datos macroeconómicos -los demás, los que pueden palparse a pie de calle, son mucho más elocuentes- ahondan en el abismo de la recesión. ¿Qué se estará cociendo en el G20? ¿Hasta qué siglo o era nos llevarán, marcha atrás?
El panorama, a despecho de la Bestia televisiva, empeñada en vestir de rosa a la hecatombe, se me antoja dantesco, sí, más dantesco que un Dante para quien el Infierno, más que cámara gótica o mazmorra guantanamera, es el símbolo del dolor espiritual, ese dolor vacío que quema las entrañas e hiela el corazón, mientras el propio llanto se convierte en puñal. Es el apocalipsis, vaticinan los timoratos, que no leyeron nunca dos páginas de historia. Esto es la consecuencia del divorcio entre el hombre y el medio natural, aseguran los defensores del dogma de la infalibilidad de la ciencia.
Y, si he de ser sincero, voto al apocalipsis. Prefiero que se caigan las estrellas a tener que seguir aplaudiendo tanta mediocridad. Que se desborde el mar, pero que en él naufraguen esos desalmados, para quienes se hicieron triunfos, riquezas y galardones. Y cuando llegue el día D, hora H, en los llanos de Armagedón, pues mira, que Dios reparta suerte y que gane el mejor. Acaso nos llevemos una sorpresa.
La vida nunca fue buena ni noble ni sagrada. Ya lo escribió García Lorca. Y yo, modestamente, contra viento, marea y sordina, no he cesado de proclamarlo. Ahora, en el último tramo de la edad, lo único que lamento es mi cobardía, no haber sido capaz de saltar en marcha y escribir con mi muerte, si hubiera sido preciso, el testimonio de mi coherencia. Como el Ché, como Gandhi, como Jesús.
Pero soy, simplemente, un poeta y, parafraseando a alguien, cuyo nombre no puedo oír -ni pronunciar- sin escalofrío, tengo tan sólo sueños.      


© Domingo F. Faílde  
Extramuros, a 1 de mayo de 2009.-






La carga

En blanco y negro el cielo de esos años,
Einsestein, con su cámara,
rodase en cualquier sitio la barbarie:
una calle, una plaza, una esquina cualquiera;
sobre todo, los templos del saber
y el aroma a jazmines
que desprende, desnuda, la libertad.

De todas partes acudían rebeldes,
por todas partes se sentían consignas,
en todas partes, como una nebulosa,
la espiral de la voz que quiere ser oída,
la espiral de la mano que otra mano requiere,
la espiral del latido
que busca un corazón en que anidarse;
y allí el mapa vertía sus rosales
y era joven de pronto la mañana,
allí, en la escalinata torturada de Odessa,
una calle, una plaza,
una esquina cualquiera de la ciudad.

De todas partes emergían serpientes,
por todas partes se esparcía el veneno,
en todas partes, como un rayo oscuro,
el vergajo, la muerte,
cercenando la luz: era la policía,
allí, en la escalinata torturada de Odessa,
una mañana gris del mes de octubre
o una tarde de enero; fue tu vida,
los años que perdimos o se fueron a bordo
del viejo acorazado Potemkin.     


(De La sombra del celindo. Jerez, EH, 2006)